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Downsfhifing en un mundo «impermanente»

Dowshifitng o Reducción de marcha es un comportamiento social o tendencia en la que los individuos viven vidas más simples para escapar de la carrera de ratas del materialismo obsesivo y reducir la tensión, stress y los trastornos psicológicos que la acompañan. Se hace hincapié en encontrar un equilibrio mejor entre el ocio y el trabajo, y centra los objetivos de la vida en la realización personal y la construcción de relaciones en lugar del consumismo y el éxito económico. (Fuente Wikipedia)

“Hay espacio para una nueva fórmula empresarial donde se prime la independencia de los colaboradores. Un movimiento colectivo revolucionario que empieza con una revolución interior e individual de las personas. Un lugar donde el cliente y el proyecto asuman el protagonismo dejando de lado el concepto ya poco realista de la marca. Un espacio de convivencia donde los colaboradores puedan creer en unos valores consensuados y puedan optar para ser ellos mismos los agentes del cambio. Este espacio es la “no-empresa”, un lugar donde diferentes profesionales trabajan de forma trasversal en proyectos, unos “artesanos” que se dedican en aportar un valor concreto y no solo intangible a los clientes. Un lugar de confianza, un lugar de transparencia, un lugar de consenso y sobre todo un lugar de aprendizaje…. No existe una formula univoca para salir de situaciones laborales complicadas, donde mucha gente vive en una dictadura. La dictadura de la nómina, donde nos medimos con el parámetro más vulgar posible: el dinero.

Muchos de nosotros se encuentran en una espiral delicada: nomina – gasto – deuda. Un mundo para nada sostenible donde nos medimos en función de la propiedad. Gastamos, nos endeudamos y dedicamos los mejores años de nuestras vida encerrados en un trabajo que no nos gusta, compartiendo espacios angustiosos con gente que no hemos elegido. Fantasmas de personas, máscaras surrealistas con las cuales no podemos compartir nada. En muchas empresas el compañero es la competencia y por ello no podemos ser nosotros mismos. No nos dejan. Quien sale de lo establecido, se le excluye, se le margina.

Librarse de todo esto no es sencillo pero SE PUEDE HACER. Liberarse de las buenas palabras que el sistema EMPRESA-TRADICIONAL intenta meter en nuestros cerebros, no es utópico. Nos hablan de valores, consenso, de orientación al EMPLEADO cuando realmente somos considerados un recurso cualquiera como un ordenador, como un escritorio y de la misma forma vamos a ser alejados y abandonados en el momento en que el beneficio se haga insuficiente.” (Desde el Libro Downshifting en un mundo «impermanente» de Michele Iurillo)

El quiebre 

Ante de todo el Downshifting puede tener dos vertientes. Existe el Downshifting como respuesta a un “quiebre” o impuesto por el entorno y la situación. Hoy en día vivimos en las grandes ciudades porque nuestro trabajo se concentra allí. Los recursos que antes necesitábamos eran intangibles. Somos prisioneros de hipotecas que ya no podemos pagar, porque elegimos vivir cerca del trabajo, cerca de la sociedad del consumo. Hoy en día la tecnología nos permite vivir a unos ritmos diferentes no impuestos por horarios de trabajo, podemos frecuentar la gente que nos plazca y no anónimos compañeros de trabajo que no comparten nada de nuestra vida. Nos obligan a frecuentar personas que no queremos frecuentar, nos obligan a “convivir” en espacios angustiosos que se llaman oficinas. Comemos mal y deprisa y sobre todo no dedicamos el tiempo que tendríamos que dedicar a nuestros seres queridos y a nuestras aficiones. El resultado es un sentimiento de alejamiento progresivo, envejecimiento mental precoz y lo peor de todo son aquellos discursos que se oyen en la pausas durante las comidas en los bares justo debajo a los grandes y anónimos edificios que tendrían que producir valor, pero solo producen hombrecillos resentidos, cínicos y desesperados. Estos discursos que alguien habrá oído en un momento de su vida laboral “…un día de estos lo dejo todo!”. Pero nunca llega este momento, porque estamos cómodos y preferimos jugarnos nuestros mejores años encerrados en estas estructuras en busca de una estabilidad que no existe… y que no tiene que existir.

Cómodas coartadas

Hacemos largo uso de las cómodas coartadas típicas del miedo al cambio y miedo al progreso: “Esto es fácil de decir, pero hay que tener… , no puedo porque en un momento de crisis hay que aguantar el chaparrón y llevar a casa una nómina, que pensarían los míos, y luego que, etc.”. El problema es que si no cambiamos nos cambiarán a la fuerza, porque nadie es insustituible por alguien que cueste menos y que no tenga el inconveniente de pensar. Recordad que somos únicos y esto no hay que olvidarlo nunca.

“Una nueva civilización está emergiendo en nuestras vidas y hombres ciegos están intentando en todas partes sofocarla. Esta nueva civilización trae consigo nuevos estilos familiares: Formas distintas de trabajar, amar y vivir, una nueva economía, nuevos conflictos políticos y, más allá de todo esto, una conciencia modificada también. Actualmente existen ya fragmentos de esta nueva civilización. Millones de personas están ya acompasando sus vidas a los ritmos del mañana. Otras, aterrorizadas ante el futuro, se entregan a una desesperada y vana huida al pasado e intentan reconstruir el agonizante mundo que les hizo nacer… En una época de explosivos cambios — en que las vidas personales se ven desgarradas, el orden social existente se desmorona y una nueva y fantástica forma de vida comienza a asomar por el horizonte — formular las más amplias preguntas acerca de nuestro futuro no es una simple cuestión de curiosidad intelectual. Es una cuestión de supervivencia. Lo sepamos o no, la mayoría de nosotros estamos ya empeñados en resistir — o en crear — a la nueva civilización”. (Alvin Toffler1 “la tercera ola2”)